La señora violada

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Hay noticias que deberían estar vetadas para los niños. Ciertas “informaciones” que jamás deberían llegar a sus oídos, porque después se convertirán, de manera fatal, en recuerdos traumáticos que los acompañarán de por vida, que siempre estarán trayendo a su memoria, de alguna u otra manera.

Creo que algo así fue lo que me pasó con lo de “la señora violada”. Uno de aquellos días, del año en que arribé a los ocho de edad, escuché por la radio la noticia de una mujer que había salido por la noche de su casa con su coche particular a hacer de taxi – pirata. Uno de sus clientes le sacó una navaja y se la puso en el cuello para luego conducirla a un paraje muy alejado, a varios kilómetros de la ciudad. Se trataba de una zona a la que se accedía a través de una carretera de tierra, apartada y solitaria, tremendamente oscura. Una vez allí, el sujeto le pidió que se bajara del vehículo. Después que lo hizo, el muy cabrón tomo el coche y se marchó, abandonándola a su suerte. Tras caminar durante más de dos horas en medio de aquella espantosa oscuridad, intentando seguir la ruta por la que había llegado hasta allí, logró llegar a la carretera principal, donde un camionero se paró en cuanto la vio pidiendo ayuda con las manos levantadas. Ese fue el primero que la violó. La abandonó después en otra carretera secundaria oscura, tan alejada como la anterior de la vía principal. El camionero no solo la violó, sino que también la desnudó completamente y la dejó sin nada de ropa con la que protegerse. La mujer volvió a repetir su odisea anterior para llegar a la carretera principal. Allí la encontró una patrulla de la policía local, cuyos tres agentes repitieron el ritual de las violaciones con ella y la volvieron a abandonar en un nuevo paraje solitario.

El caso conmocionó a toda la ciudad. Todo el mundo hablaba de eso. Ahora mismo no recuerdo en qué paró todo aquello; si detuvieron a los violadores, al atracador, si recuperaron el coche de aquella pobre desdichada, o en fin, si se hizo justicia. Lo único cierto es que jamás pude borrar de mi mente aquella atroz noticia. Y no se trataba de que fuese algo que le hubiese ocurrido a alguien cercano a mí o a mi familia. Simplemente, fue una noticia que escuché por la radio. Oí la voz de la mujer narrando su suplicio, exponiendo los detalles horrendos de sus sufrimientos, y eso me marcó. De alguna particular manera, padecí con ella la agonía de su calvario. Jamás he podido olvidarlo.

La imagen mental que guardo de aquella pobre mujer violada viene a mi memoria ahora que veo los incontables horrores por los que están pasando mis compatriotas los venezolanos. No puedo evitar asociar aquel traumático recuerdo, con la espantosa crisis que viven mis hermanos. Violados hasta la saciedad por la cruel dictadura chavista, repiten su camino una y otra vez hasta la misma vía principal que buscaba aquella mujer violada, esperando encontrar allí alguno que se apiade de ellos y les tienda una mano para salir de su particular infierno. Y cada uno de los que llega, en lugar de ayudarlos, los vuelve a violar.

Los violaron cuando ganaron las elecciones presidenciales con Capriles, y este, en lugar de llamar al pueblo a reclamar en justicia, les pidió que saliesen día tras día con una cacerola a las puertas de sus casas y balcones a entonar las melodías de sus lamentos.

Los violaron diciéndoles que al elegir una nueva Asamblea Nacional, sus nuevos representantes renovarían todos los poderes del país, incluida la presidencia, y que eso sería suficiente para comenzar una nueva era. Lo hicieron, ganaron por mayoría absolutísima, y allí están los diputados y senadores del pueblo, cobrando sueldos millonarios calentando sus sillas y sin hacer absolutamente nada por sacar al pueblo de su horrenda pesadilla.

Los violaron nombrando un nuevo Tribunal Supremo de Justicia que impartiría justicia, y ¡vaya si lo ha hecho!. Le ha dictado “orden de detención a Maduro y a toda la plana corrupta del país, pero solo en sus aberrados pensamientos, y desde el exilio, porque ninguno de sus integrantes vive en Venezuela.

La peor de todas las violaciones que han sufrido es la del nombramiento de Guaidó como “flamante nuevo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela”.

¡Llegó por fin el tan ansiado fin de la dictadura! – les dijeron.

Y el nuevo “Presidente Constitucional” Guaidó, se convirtió en un soberano hablador de sublimes estupideces, de discursos vacíos, de retórica populista. Se erigió en nuevo mesías, en una especie de nuevo “Jesucristo venezolano resucitado”, que en lugar de organizar unas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, capaces de hacer frente a los horrores de la dictadura, apoyadas por el pueblo y por la Comunidad Internacional en su gran mayoría, se ha dedicado a prometer lo que sabe bien que no puede cumplir, a hacer demagogia y a trazar caminos absurdos, descabellados.

Para muestra un botón:

*** Prometió que con el reconocimiento de los Estados Unidos y de los principales países del Mundo al nuevo gobierno, la dictadura cedería y lo dejaría asumir las riendas del poder (pero no le dijo a nadie que el reconocimiento internacional no crea nuevos gobiernos).

*** Prometió que haciendo una bailadera en un concierto en la frontera colombo – venezolana, y posteriormente ingresando ayuda humanitaria al país, el grueso de los militares venezolanos se unirían a su causa y la dictadura cedería por fin ante el chantaje.

*** Prometió que liberando a Leopoldo López de su arresto domiciliario aliándose con un general corrupto chavista, y parándose en un puente con una veintena de soldados con cajas de balas mezcladas con bananas, la cúpula militar caería rendida a sus pies y la dictadura cedería por fin el poder y se abriría paso a una transición.

Y esas son solo algunas de sus incontables falsas promesas utópicas.

Lo único que tenía que hacer Guaidó es lo ÚNICO que NO ha hecho: Organizar unas FUERZAS ARMADAS DE LIBERACIÓN NACIONAL para enfrentar la dictadura con lo único que podrá salir: Con la VIOLENCIA ORGANIZADA.

Los principales argumentos a los que de continuo apelan los que son contrarios a esta posición, es que se produciría una guerra civil, que habría derramamiento de sangre, que habría muchos muertos, enfrentamiento de hermanos contra hermanos. Eso es EXACTAMENTE lo que ocurre en Venezuela ahora mismo, ¡sin necesidad de guerra!

Una confrontación armada con el régimen genocida de Maduro tendría sus consecuencias en vidas, en dolor, en sufrimiento, en pérdidas de todo tipo. Pero serían vidas que se perderían por una razón. No como las que se pierden ahora; sin motivo alguno.

Hay algo que se cuenta y se repite una y otra vez, pero que muchos se resisten a creer: “No hay guerra en el mundo en la que muera tanta gente como la que muere actualmente en Venezuela producto de la represión chavista, de la delincuencia, la anarquía, del caos absoluto imperante. Al menos trescientos muertos semanales. Sí, como se oye: ¡TRECIENTOS MUERTOS SEMANALES!, que al año son ¡más de catorce mil!”

Nuestro país se ha convertido en el más peligroso del mundo para vivir. Algunos me han preguntado que por qué no voy yo a enfrentarme a Maduro. Siempre les contesto lo mismo: “Si hubiese estado en el lugar de Guaidó, no lo habría dudado un segundo”. Tampoco habría necesitado de tanto. Si hubiese tenido una mínima parte del capital humano que ha apoyado a ese mentecato, estaría al frente de un grupo armado organizado, y organizando la confrontación armada y violenta contra la narco tiranía venezolana.

Pero yo no soy nadie. Soy un grandísimo pendejo, lo reconozco. Una voz débil y vieja que clama en el desierto de tanto sordo. Una voz que grita y grita que paren ya las violaciones, que esa pobre mujer que es Venezuela ¡YA NO AGUANTA UNA VIOLACIÓN MÁS!

3 comentarios en “La señora violada

  1. Para millones de casos en referencia al tema tocado en este artículo, la violencia no suele ser la solución. En éste, podría llevar razón si no fuera peor el No Hacer Nada. Lo único que queda para nosotros quienes caminamos sobre el terreno arenoso, lejano y oscuro, es seguir andando hasta encontrar sin descanso una avenida transitada por la benevolencia. Saludos.

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