La Tercera Muerte de Cristo

A Cristo lo han matado dos veces. La primera, que todos conocemos, cuando fue crucificado estando vivo después de darle una soberana paliza.

La segunda, cuando Nietzche proclamó su muerte (¡Dios ha muerto!: Una frase que se encuentra explícitamente en varias de sus obras. Por ejemplo, en el nº 343 de La Gaya Ciencia (El mayor acontecimiento reciente –que «Dios ha muerto«, que la creencia en el Dios cristiano ha caído en descrédito–empieza desde ahora a extender su sombra sobre Europa) y en el discurso preliminar de Así habló Zaratustra (Mas cuando Zaratustra estuvo solo, habló así a su corazón: «¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!»)

La humanidad se quedó sin referente ideológico externo. Su única referencia debía ser ella misma, el hombre mismo. La culpa de todas las desgracias de la humanidad se atribuyó al cristianismo.

En “El Anticristo” de Nietzche, se puede leer:

Los débiles y los fracasados deben perecer; ésta es la primera proposición de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarlos a perecer. ¿Qué es lo más perjudicial que cualquier vicio? La acción compasiva hacía todos los fracasados y los débiles: el cristianismo.”

Otra:

El cristianismo consideró al hombre fuerte como lo típicamente reprobable, como el réprobo. Tomó partido por todo lo que es débil, humilde, fracasado, hizo un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte; estropeó la razón misma de los temperamentos espiritualmente más fuertes, enseñó a considerar pecaminosos, extraviados, tentadores, los supremos valores de la intelectualidad”

Tal y como en la naturaleza impera la ley del más fuerte, asimismo debía ocurrir entre los humanos. Lo único que lo impedía era esa estúpida creencia de los cristianos de que había que ayudar al débil, al mediocre, al enfermo, al fracasado.

Esta ideología fue la causante de las dos Guerras Mundiales, con 20 millones de muertes en la Primera y 80 millones en la Segunda.

Las religiones cristianas tomaron el mando nuevamente, e impusieron su dictadura de anulación al pensamiento libre, pero sobre todo, al nihilismo, esto es, la negación de todo; las tesis según las cuales no existe una verdad absoluta, una moral, una ética universal.

«No hay conocimiento absoluto —dijeron—. Todo es, por fuerza, relativo. No existe la posibilidad de acceder al conocimiento de las cosas. El hombre debe aceptar los dogmas del cristianismo sin cuestionarse, sin rebelarse».

Pero como ocurre con toda dictadura, el hombre ha vuelto a revelarse. ¡Las religiones nos están mintiendo! ¡Nunca han existido los milagros! ¡Los cuentos de la Biblia son solo eso; “cuentos para niños y mentecatos”! ¡Tenemos que volver a matar a Cristo!

¿Cómo lo hacemos? ¡Muy fácil! Haciendo todo lo contrario de lo que nos enseña el cristianismo. Satisfaciendo los placeres carnales sin pensar en arrepentimientos. Si quieres convertirte en mujer, ¡puedes hacerlo! No puede haber ley que ponga límites a los goces de la carne.

¿Cuál es el sentido de la vida?

Antes, era acatar los dictados de la fe religiosa para poder ir al cielo a disfrutar del paraíso. Ahora que nos hemos dado cuenta de que todo eso era puro cuento, démosle rienda suelta a nuestros instintos más primarios. Démosle a nuestros cuerpos lo que ellos pidan. El género que eres, lo decides tú y no tu naturaleza. Enseñemos esto a los niños en los colegios, para que busquen el placer antes que la bondad y la fe en creencias absurdas.

¿Tienes dudas sobre tu sexo? Prueba a ver qué tal te va siendo de un modelo, y si no, cámbiate. ¡Eres libre de hacerlo! Hay tantos modelos sexuales como puedas crear con tu pensamiento.

¡Tenemos que rebelarnos! ¡Hemos estado oprimidos durante siglos. Es hora de liberarnos!

Matando de nuevo a Cristo, volvemos a dejar al hombre vacío de contenido.

¿A dónde lo llevará su libre albedrío?

Nadie lo sabe. Ni siquiera él mismo lo sabe.

Entramos en una nueva fase de caos, oscuridad y vacío existencial que solo podemos llenar —y en efecto estamos llenando— con nuestra propia autodestrucción. La vida solo tiene sentido mientras estemos disfrutando, gozando. Una vez que hemos terminado con el goce y el disfrute, se nos quitan las ganas de seguir viviendo.

«Debe haber algo más que eso» —piensan algunos pocos.

Franklin Díaz

@Copyright: Franklin Díaz 03 de julio de 2023

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